martes, 4 de julio de 2017

Sociedad: A 25 años de la muerte de Piazzola

Fue una figura que renovó al tango, pero fue criticado por la "Vieja Guardia". Se defendió creando nuevos sonidos y arreglos. Un transgresor que llevó el género hacia límites insospechados.

"Tengo una ilusión: que mi obra se escuche en el 2020. Y en el 3000 también. A veces estoy seguro, porque la música que hago es diferente. Porque en 1955 empezó a morir un tipo de tango para que naciera otro, y en la partida de nacimiento está mi Octeto Buenos Aires",describió Astor Piazzolla sobre uno de sus tantos proyectos.

Había nacido en Mar del Plata, el 11 de marzo de 1921. A los 8 años, su padre le regaló un bandoneón y comenzó con sus estudios en Nueva York, donde su familia se radicó entre 1925 y 1936, bajo las enseñanzas del pianista húngaro Bela Wilda.

Conoció a Carlos Gardel en Manhattan, en 1934, y participó de la película El día que me quieras, donde interpretó a un canillita. Gardel lo escuchó tocar y le dijo: "Vas a ser grande, pibe, pero el tango lo tocás como un gallego". Con ese futuro que vio en un joven de 12 años, el cantante lo invitó a su gira, que terminó con su muerte en Medellín, pero su familia y la discográfica no lo autorizaron.


Astor regresó a la Argentina en 1941 donde arrancó a estudiar teórica con Alberto Ginastera y práctica con la orquesta de Aníbal Troilo, en la que fue bandoneonista y arreglador. Tres años después, dejó la orquesta para formar una propia, que acompañó al cantor Francisco Fiorentino, pero la experiencia sólo duró hasta 1949 cuando, con 28 años, tomó un nuevo rumbo artístico, abandonó el tango y el bandoneón para estudiar otras sonoridades.

En París, mientras estudiaba con la prestigiosa pedagoga Nadia Boulanger, encontró su estilo personal y se reconcilió con el tango. Volvió a la Argentina en 1955 y formó el Octeto Buenos Aires y comenzó a trabajar con una nueva línea de arreglos. En 1958, Piazzolla le puso fin al proyecto y viajó a Nueva York donde trabajó como arreglador. De esa etapa surgió el célebre "Adiós Nonino", escrito a raíz de la muerte de su padre.
De nuevo en Buenos Aires, ya en los '60, formó el Quinteto donde pudo desarrollar sus ideas musicales. Inauguró un nuevo ciclo musical en 1968, asociado al tango canción, en conjunto con el poeta Horacio Ferrer y la cantante Amelita Baltar, que fue su pareja (en 1966 se había separado de su primera esposa, Dedé Wolff). La obra María de Buenos Aires y “Balada para un loco” se transformó en una de las canciones más reconocidas de ese periodo. Se estrenó en el Festival de Buenos Aires de la Canción y la Danza, que se realizó el 16 de noviembre de 1969, en el Luna Park. Obtuvo el segundo lugar, el primero fue para “Hasta el último tren” de Julio Ahumada Julio Camilloni, y dividió las aguas entre los que la consideraban tango y los que no. Con Edmundo Rivero homenajeó al escritor Jorge Luis Borges musicalizando sus poemas.


En 1972 Piazzolla se radicó en Italia e inició una serie de grabaciones, entre ellas "Libertango", con las que se ganó la admiración del público europeo. “Mi audacia está en la armonía, en los ritmos, en los contratiempos, en el contrapunto de dos o tres instrumentos, que es hermoso y buscar que no siempre sea tonal, buscar la atonalidad”, contó en una oportunidad sobre su música.
En 1988 fue operado del corazón en un cuádrulpe bypass. Un año después, con la salud más deteriorada, formó su último conjunto: el Sexteto Nuevo Tango, integrado por dos bandoneones, piano, guitarra eléctrica, contrabajo y violonchelo. Finalmente, el 4 de agosto de 1990 en París, sufrió una trombosis cerebral, de la que finalmente murió dos años después en Buenos Aires, el 4 de julio de 1992, a los 71 años.

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