viernes, 11 de noviembre de 2016

TV Cable: Estocolmo, la primer serie argentina en Netflix que recorre el mundo

Unos 25 años atrás, los hermanitos Viale jugaban a algo que, en aquel entonces, tenía poco de serio y mucho, seguramente, de vocación. Nacho se ponía detrás de la cámara, y Juana y un amigo la enfrentaban con una amplia galería de muecas. Y así, en el vestidor de una amiga de su madre, armaban su Teletrucho, un noticiero casero con el que se reían sus afectos. Si uno tira ahora de la punta del ovillo, en esas escenas domésticas se anida, tal vez, la semilla de Estocolmo, que él produce y ella protagoniza, y que se convirtió en la primera serie argentina que se estrena en Netflix (El marginal, por caso, había sido estrenada en Canal 7).
Disponible en esa plataforma desde la hora cero de hoy para los 86 millones de suscriptores en todo el mundo, 'Estocolmo' tiene como disparador un caso de trata de personas, en el marco de un thriller que combina suspenso, acción y un rico puñado de condimentos.
En la oficina de StoryLab -la productora de TV que Nacho tiene en Palermo-, conviven unos cascos de moto en miniatura, un par de premios, tres televisores encendidos y un afiche de La patota, una de las películas más emblemáticas de su abuela, Mirtha Legrand, dirigida por su abuelo, Daniel Tinayre. Desde ese lugar tranquilo, su inquietud, sin embargo, le agita el cuerpo. Y dice: “Tengo un estado de ansiedad por el estreno en sí y porque para nosotros, y para la Argentina en general, es una nueva forma de difundir el trabajo, en una plataforma diferente para los usos y costumbres habituales. Y también quiero ver qué me pasa con la dinámica de la repercusión. Pensá que esto se estrena el viernes… y tal vez el sábado me puedo cruzar con alguien que ya la vió completa. Imagino que voy a sentir eso de ‘¿Hasta dónde va esto?’”..
Cuenta que cuando se sentó con su equipo a diseñar la historia, no estaba Netflix en sus planes reales: “La imaginamos como una serie para escalarla y hacerla volar por fuera de los límites de la Argentina. Ese era nuestro sueño. Pero también sabíamos de los condicionantes de producción… A mí me hubiera gustado grabar un día en México, otro en Chile, otro en la Argentina. Pero iba a haber un problema de guita, seguro”.
Sin embargo, una tarde llegó el llamado de la plataforma de streaming global -significa que uno puede ver lo que quiera, dónde y cuándo quiera, siempre que tenga conexión a Internet- “y fue re loco, me corrió una adrenalina tremenda. Estábamos terminando de grabar, nos faltaba post-producción y corrección de color… Entendimos enseguida que íbamos a ser el primer estreno mundial desde la Argentina y eso no nos lo va a sacar nadie. Ojalá a ese título le podamos agregar ser ‘El primer estreno, bla bla… y con mucho éxito’. Pero sabemos que competimos contra tremendos monstruos”.
Según él, Estocolmo, que en varios países estará subtitulada, “para este tipo de tele tiene pilares básicos, como son el suspenso y el toque dramático, tiene un doble juego en la trama que a mí me gusta mucho porque te obliga a estar pendiente, te atrapa, y te genera por momentos una linda confusión… Te sacude un poco el cuerpo. Tiene un arco dramático muy interesante. Tiene bisagras narrativas que, de tanto en tanto, te van encauzando a lo largo del relato. De pronto aparecen como microhistorias que se abren y cierran. Ese modo de contar me encanta”.
Televidente desde niño, comparte que “ahora tengo tres o cuatro series abiertas. Estoy como loco con Billions (de Showtime, ahora también en Netflix), me gusta esa despareja y tensa relación entre un fiscal de Nueva York y un yuppie de los 2000”.
Grabada a lo largo de tres meses y medio, Estocolmo se repartió entre locaciones de Buenos Aires y de Villa La Angostura. Al sur viajó todo el equipo en la primera etapa, época de la que Viale rescata una anécdota para pincelar “el espíritu de buen grupo. Por ese entonces Juana estaba participando en el Bailando, entonces le llevamos a su bailarín y a la coach para que pudiera ensayar de noche, después del rodaje, en un salón del hotel. A veces, antes de irnos a dormir, pasábamos a ver lo que hacía y le poníamos puntaje como si fuéramos el jurado de ShowMatch. Eso fortaleció mucho la convivencia. Todo lo que vivimos el año pasado fue genial y eso que no imaginábamos esto de Netflix”.
Acaba de llegar de la casa de su abuela, donde le está “montando una suerte de cine para que pueda ver la serie a lo grande”, y trata de quitar el pie del acelerador. Sabe que “esto no es televisión abierta, donde si no lo viste, perdiste. Hace 36 grados con sol y eso te mata. El sistema del On demand es distinto: no hay clima, ni fútbol ni fiestas de cumpleaños que te impidan verlo. Eso no es la tele del futuro. Es la de hoy”.
Hoy, el día que Estocolmo mueve el mapa para despegar desde Buenos Aires y aterrizar quién sabe dónde. Ni cuándo. Ni habrá rating que la pueda alcanzar. Un día que, sin dudas, dejará su marca en la historia de la TV argentina.
La crianza de sus tres hijos y el rodaje de Mariel espera -película de Maximiliano Pelosi, en la que está en casi todas las escenas- le deja poco tiempo libre. Por eso la nota es bien temprano a la mañana: Juana Viale frena el reloj y charla sin el vértigo que refleja su agenda. Desde esa serenidad que se propone suelta una perlita: “Lo que no es puede llegar a ser… como dice mi abuela”.
Fue protagonista de Malparida, participante de ShowMatch y este año actuó en unos capítulos de Los ricos no piden permiso. Sabe de rating, Juanita. “La tira diaria es una gran escuela, te ayuda a entrar en tiempos de espera, de desarrollo, de repentización… pero de volver a hacer una quiero que sea verosímil, que tenga una razón. Por eso me interesó mucho la historia de Estocolmo: toca un tema fuerte y candente como es la trata de personas y tiene un costado de denuncia. Encima me dieron el rol de una periodista que se involucra con un caso y eso me exigió mucho como actriz”, cuenta la Rosario Santa Cruz de la serie, conductora del noticiero 24 7N. “Siempre me interesó el tema de estas redes de trata, pero a partir de Estocolmo estoy más obsesionada por saber qué hay detrás de todo eso”, reconoce.
Ya instalada en Buenos Aires, cuenta que “la peli que estoy haciendo también me requiere mucha emocionalidad. Es muy fuerte. Se trata de una pareja de 30 y pico, que se casa y le sucede algo muy triste. Justo esta mañana me preguntaba una maestra del Jardín cómo hacía para no quedar involucrada con lo que cuento. Y con el tiempo aprendí a desligar emociones, me siento más madura actoralmente”.
Al igual que su hermano mayor, ella también recuerda los juegos infantiles en los que él, caseramente, producía un noticiero que ella conducía: “Nacho siempre tuvo una cabeza tremenda. Es muy grosso. A mí me encanta lo que está pasando con Estocolmo, pero más me conmueve lo que le sucede a él. Nachito es re crack. Siento orgullo de ser su hermana”.
Si algo malo tiene el sistema de streaming (que permite ver televisión dónde y cuándo uno quiera) es que el comentario posterior al debut entra en zona de “spoileo”. Y más si uno pudo verlo, como en el caso de Clarín, antes de que esté disponible. Pero como pantallazo general, se puede decir que Estocolmo tiene un costado verosímil muy atractivo: combina, como fichas estratégicamente ubicadas en un tablero de ajedrez, piezas como la política, la justicia y el periodismo, con matices como la corrupción, la doble moral, la ambición desmedida, la mentira, la falta de escrúpulos, la obsesión por el poder, el dolor, la esperanza. Nada que la mayoría de los argentinos desconozca.
Con la trata de personas como eje narrativo -y como claro ingrediente de denuncia, por más que se trate de una ficción-, la serie creada por Nacho Viale y Diego Palacio se mueve en dos líneas de tiempo: va permanentemente del 2012 al 2015. En esos tres años, la vida de los personajes principales (la periodista que interpreta Juana Viale, el fiscal que compone Luciano Cáceres y el agente encubierto al que le da vida Esteban Lamothe) se modifica sustancialmente. Sus escalas de valores parecieran entrar en shock.
Dirigida por Jesús Braceras y con libros de Marcelo Camaño y Lucas Molteni, la serie de 13 capítulos producida por StoryLab completa su elenco con Liz Solari, Jorge Marrale, la mexicana Adriana Barraza, Leonor Benedetto y Emilio Disi.
Nominada: “La casa del mar”, también producida por Nacho Viale, competirá el lunes 21, en Nueva York, por un Emmy Internacional, como mejor serie dramática.

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