BARCELONA.- “Vivimos en una distopía de
pesadilla. ¡Por favor, ayuda!” En Us+Them Tour, el enorme espectáculo
audiovisual y sensorial que Roger Waters ideó
tras cuatro intensos años de gira con The Wall, el músico más
influyente de su generación busca encender la alarma, movilizar al
público y exponer a quien elige como responsable de todos los males que
están al caer: Donald Trump. Y lo hace con decisión. Con clásicos de Pink Floyd resignificados, con
imágenes que impactan al punto de pensar cómo será la reacción del
propio presidente de los Estados Unidos.
Como esas muñecas a las que se les puede cambiar
fácilmente el look, el hombre que derrotó a Hillary Clinton es objeto de
todo tipo de comparación, de vestuario y hasta de máscara.
“No tendremos más remedio que destruir totalmente Corea del Norte”. “Yo también tengo un botón nuclear, pero es mucho más grande y más poderoso que el suyo, y mi botón funciona”. De repente, entre “Dogs”, “Pigs (Three Different Ones)” y “Money”, en el Palau San Jordi de Barcelona, 17.000 personas leemos en las múltiples pantallas las frases que Donald Trump fue pronunciando desde la campaña presidencial y, a partir de enero del año pasado, cuando fue erigido el presidente número 45 de los Estados Unidos. El impacto de ver esas enormes letras blancas sobre fondo negro tiene su aliado en versiones más intensas y rockeras de estos clásicos de Pink Floyd que no solo resisten el paso del tiempo, sino que demuestran su capacidad para adaptarse a nuevos mensajes y a nuevos enemigos. No parecieran ser los hombres los que las reinterpretan, sino ellas las que dicen cómo deben hoy ser tocadas. El segmento llega a su fin de la manera más elocuente y española posible: “Trump, eres un gilipollas”.
En un año en el que músicos como Elton John y Paul Simon anunciaron su despedida de los escenarios, Roger Waters diseñó un concierto que es una experiencia inmersiva, un viaje en el tiempo y una línea punteada hacia un futuro incierto. ¿Se trata, también, del cierre de su larga trayectoria sobre los escenarios del mundo? Quizá. Lo cierto es que si mañana decidiera dejar de tocar este show sería fácilmente releído como la síntesis de su legado, la matriz de una obra de proporciones inmensas que casi siempre empaquetó con el nombre de Pink Floyd.
Curioso el caso de Waters y los Floyd. Sus ambiciones -y obsesiones- casi siempre orbitaron alrededor de la banda-faro, estando o no en ella. Y algo similar les sucedió y les sucede a los otros exintegrantes. Semanas atrás, el baterista Nick Mason anunció que saldrá de gira con una nueva banda y un repertorio que se basará en los primeros dos discos de Pink Floyd: The Piper at the Gates of Dawn y A Saucerful of Secrets. En el caso del Us+Them Tour (“Nosotros+Ellos”, por cierto, en referencia a una canción deThe Dark Side of the Moon), los discos seleccionados por el bajista son el mencionadoThe Dark Side of the Moon, Wish You Were Here, Animals y The Wall. Es decir, sus fructíferos años 70. Además, un triángulo de canciones de su primer álbum de estudio (de rock) en dos décadas y media, el reciente Is this the Life we Really Want?, que aparecen en escena juntos, como parte del único segmento “extra” Floyd: “Déjà Vu”, “The Last Refugee” y “Picture That”.
Ese hombre flaco que siempre viste de negro y porta una sonrisa tibia parece haber encontrado la fórmula de la eterna juventud. En escena, su presencia es leve y, por momentos, hasta roza lo invisible. La escenografía, las luces y el impactante sonido “conspiran” contra el clásico show de rock, contra la veneración todo terreno. Como en The Wall, por momentos estamos en presencia de un gigante musical; por otros, simplemente de una genial locura que puede tener absortos e inmersos en ella a las 17.000 personas que colman la capacidad del imponente Palau San Jordi.
Con solvencia, con aplomo y con un protagonismo medido, la banda que acompaña a Waters emula el sonido de Pink Floyd. Sin artificios, con vigor, las versiones son aquellas que están en los discos, pero potenciadas por la rabia que nos invade en algunos pasajes. El del Us+Them Tour es un show para un público amplio. Para los viejos fans de la banda, que se emocionarán de principio a fin no solo con las canciones, sino con los guiños sonoros y visuales que visten el concierto; y también lo es para los más jóvenes, aquellos que intentarán, en una sola noche, absorber una porción importante de la historia del rock.
Suena “Speak to Me” de fondo mientras los gladiadores se preparan para salir a escena. Una vez en ella, arremeten con “Breathe” y “One of this Days”. Un comienzo sobrio y hasta tímido que, a partir de “Time” subirá la temperatura hasta explotar en mil pedazos con “Another Brick in the Wall Part 2” y “Another Brick in the Wall Part 3”, en lo que será el cierre de la primera parte del show. Como ya lo hiciera en la gira de The Wall, Waters y la banda son acompañados aquí por 12 chicos de la ciudad. Visten esos mamelucos naranjas que mencionamos antes y, cuando su participación y la canción culminan, el fin del segmento llega con una palabra que no es precisamente “the end”. Es Resistir. Y con ella está todo dicho.
El segundo capítulo comienza con esa diatriba anti-Trump y conecta con el “chanchito valiente” que lleva cuatro décadas volando. Pasa por nuestras cabezas y por las chimeneas de la central eléctrica de Battersea (Londres). Aún se esfuerzan por lucir humeantes. Es cierto que el presente no tiene nada que ver con el arte de tapa deAnimals, con la decadencia industrial que supo simbolizar. Incluso hoy allí hay un costosísimo complejo de departamentos valuados, cada uno, en dos millones de euros. Pero en esas chimeneas podemos encontrar la respuesta a la vigencia de tamaño repertorio: son canciones que erizan el alma y, como tales, tienen el poder de pasar de un siglo a otro aún más jóvenes y brillantes que su progenitor.
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