Este viernes, a los 77 años y luego
de haber luchado contra un cáncer de pulmón, murió uno de las figuras
más prestigiosas del periodismo argentino: Andrés Percivale. Y fue mucho más que eso…
En 1966 se convirtió en el primer conductor de un noticiero emblemático: Telenoche. Lo acompañó Mónica Cahen D’Anvers (82).
Percivale también se desempeñó como corresponsal de guerra: cubrió la guerra de Vietnam en 1968.
Un año después estuvo en el Mayo Francés, experiencia casi fundacional para Andrés, tanto en su vida personal como profesional.
Como actor, trabajó en películas como Juan Manuel de Rosas y Un elefante color ilusión, y se dio el lujo de compartir escenas con Libertad Lamarque, Luis Sandrini, Sergio Renán, Rodolfo Bebán y Libertad Leblanc. Participó de algunas telenovelas en los años 70, y fue animador de distintos ciclos televisivos, como Los retratos de Andrés, Mónica y Andrés y Yo amo a la TV.
¡Y hasta sacó un disco!
Desde hacía unos años enfrentaba un
cáncer de pulmón. El diagnóstico le llegó casi por casualidad, en
2011. “Todo empezó cuando, a punto de ir a Europa, se suspendió ese
viaje por enfermedad de mis compañeros -relató en un reportaje con
Clarín-. No sabía adónde ir y me fui al centro adventista de Puiggari,
en Entre Ríos, donde, por rutina, cuando ingresás, te hacen análisis de
orina y de sangre y placa de pulmón. Y ahí saltó”.
Fumador desde la adolescencia,
cuando había quedado encandilado al ver que las estrellas de Hollywood
solían llevar un cigarrillo entre sus dedos, Andrés confesó que en ese
momento quedó “congelado”. Comenzó a tratarse en el Hospital Italiano y
luego de someterse a un tratamiento de quimioterapia, pudo salir
adelante casi un año después.
“El cáncer ya es una epidemia, la
causa puede estar en el entorno, no sólo en la genética. Es gravísimo,
pero no es implacable. Hay que tener cuidado con lo que uno consume, con
cómo vive… Durante el tratamiento jamás me deprimí, jamás me sentí mal.
Medité mucho. Fui a Rosario a ver al padre Ignacio, que me dio un
ritual con agua bendita y lo hice todos los días”.
En una entrevista televisiva, se refirió a esa batalla.
A partir de ahí, Percivale comenzó a
transitar un camino ligado a la espiritualidad. En especial, el
yoga. “En mi curación (del cáncer) incluyo la medicina y lo espiritual.
Saqué la siguiente conclusión: en cada órgano del cuerpo se aloja una
emoción -sostuvo en diálogo con La Nación-. Así como la ira se aloja en
el hígado o la codicia se aloja en el intestino grueso, la pena y el
duelo se alojan en el pulmón. Descubrí que siempre hay un duelo mal
elaborado o la reiteración de un episodio muy doloroso. En mi caso, es
el haber descubierto que mi madre nunca me quiso”.
Desde entonces, Andrés cambió sus
prioridades. Disfrutaba, por ejemplo, no ser tan reconocido en la calle.
Y cuando diez años atrás lo convocaron de Ideas del Sur para ser jurado
en su programa preferido, Bailando por un sueño, desestimó la invitación: prefirió asistir a una conferencia sobre yoga.
“Percivale marcó a fuego la conducción televisiva”, destacó el periodista Chiche Gelblung en
diálogo con Crónica TV, apenas supo de la triste noticia de su
fallecimiento. Y lo definió con certeza: “Era un tipo con una gran
pinta, y una gran solvencia, tenía idiomas. Era un tipo perfecto para
esa etapa de la televisión. Fue muy versátil”.
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