Allí registró otras piezas de gran popularidad como “Distancia”, “Como el primer día”, “Castillos en el aire”, “Mi árbol y yo”, “Te llegará una rosa”, “Castillos en el aire”, “El Abuelo”. y “En un rincón del alma”.

En ese camino compartió escenarios, discos y proyectos con otros músicos como Facundo Cabral, Estela Raval, Mercedes Sosa y Ricardo Arjona y musicalizó a poetas españoles de la talla de Miguel Hernández y Antonio Machado.
Y obtuvo cuatro Discos de Oro, cuatro Heraldos de Oro, la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes, mereció el premio Grammy Latino a la trayectoria y a la excelencia musical en Las Vegas y en septiembre de 2007 fue declarado Personalidad Destacada de la Cultura por la Legislatura porteña.
Entonces el músico sostuvo que “Rancul es mi patria y Argentina es apenas un arrabal de mi pueblo”, pero enseguida aseguró que “nunca estuve enojado con el país. Sólo reconozco que es ligeramente desordenado y que es necesario que se ordene de una buena vez”.

“Por mi parte -especificó- he hecho uno de la libertad de escoger el sitio de donde quiero vivir y aunque mi esposa es belga y también viví allí, en Holanda y en París, al final (desde 1964) elegí España porque tenía un acercamiento de idiosincracia muy similar al nuestro”.
Ese tránsito mundano y artístico fue plasmado en el libro “Alberto Cortez. La vida”, escrita por Laura Etcheverry en 2009, plasma en 528 páginas cuatro años de investigación donde añade diversas declaraciones de personalidades como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, José Luis Perales, Atahualpa Yupanqui, Fito Páez y el Rey Juan Carlos I.

Su relación con la literatura incluyó obra propia volcada en los volúmenes “Equipaje” (1977), “Soy un ser humano” (1985), “Almacén de almas” (1993) y
“Por los cuatro costados” (2007).

El cantautor había ingresado de urgencia el 27 de marzo pasado al Hospital Universitario HM Puerta del Sur, en Móstoles, en las afueras de Madrid, debido a una hemorragia gástrica.
La capilla ardiente para despedirlo será instalada a partir de las 17 de hoy en la madrileña sede de la Sociedad General de Autores y Editores, en la Calle de Fernando VI.
Aunque nunca dejó la música, Cortez renegaba de la pérdida de espacio del tipo de música que abrazaba y por ello, en su entrevista con esta agencia de una década atrás expresó: “Uno quiere decir ‘sigo vivo y sigo escribiendo’. Estoy con la fuerza necesaria porque una persona que ama lo que hace no tiene por qué abandonar esa actividad”.
Dos años antes, fundamentó la presencia de sus clásicos en los conciertos que ofrecía porque “canto lo que la gente quiere escuchar” .
“No escondo mis éxitos porque los éxitos los hace el público, es propiedad suya y no cantarlos es esquivar el reconocimiento que se me ha brindado”, razonó entonces.
El destino quiso, que Alberto Cortez falleciera en el “Día Internacional de los Animales Callejeros”.
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