La película con la que Clint Eastwood alcanzó la gloria es una obra cumbre del cine romántico.
Meryl Streep y Clint Eastwood en 'Los puentes de Madison'.
'Los puentes de Madison' fue en principio un enorme best seller literario que estuvo muchas semanas en el primer lugar de las recomendaciones del New York Times. Su autor era Robert James Waller. En cuanto se publicó el libro, muchas productoras lucharon por hacerse con sus derechos cinematográficos. Fue Amblin Entertainment, la productora de Steven Spielberg la que se hizo con los derechos, hasta el punto que en principio se pensó en el propio Spielberg como director. Pero este con quién se puso en contacto fue con Sydney Pollack ya que, pensaba que el director que había hecho 'Memorias de África' era el más adecuado para llevar a la pantalla la novela de Waller. Pollack incluso estuvo un tiempo trabajando la historia con Robert Redford, su actor favorito, para que diese vida al protagonista.
Pero en esto apareció Clint Eastwood. Aunque venía de lograr un enorme éxito con 'Sin perdón', no parecía la persona más adecuada para esta historia, ni como director ni mucho menos como protagonista. Sus personajes de 'duro' le seguían pesando mucho. Pero Spielberg se arriesgó y le cedió a Eastwood la película, entrando entonces como coproductor junto a su compañía Malpaso Company y Warner Bros. Richard LaGravenese firma el guion.
Eastwood planteó protagonizarla junto a Meryl Streep. De hecho, la única condición para hacerla es que la actriz fuese la protagonista. Pero había un problema, a Meryl Streep no le gustaba la novela: «Me ponía frenética cómo describía a los personajes, especialmente a Francesca. Me resultaba una mujer invisible. No me la podía imaginar de una forma completa», recuerda la actriz. Fue la persuasión de Eastwood quien logró convencerla. Una vez aceptado el personaje, se preparó meticulosamente el papel y no solo se tiñó el pelo para dar vida a Francesca, la protagonista,sino que engordó entre siete y nueve kilos.
La historia arranca en 1995 cuando se abre el testamento de Francesca Johnson (Meryl Streep), una mujer de origen italiano, considerada modélica como madre y como esposa. A partir de aquí y mediante unas notas encontradas en el arca donde guardaba lo más privado, sus hijos Caroline (Annie Corley) y Michael (Victor Slezak) descubren la clave de la vida de esa madre identificada con las virtudes tradicionales americanas. En 1965, en Iowa, Francesca, mientras su esposo e hijos se en la Feria del Estado de Illinois, conoce a un fotógrafo, Robert Kincaid (Clint Eastwood), que ha llegado al condado de Madison para realizar una serie fotográfica sobre los puentes cubiertos de la zona para National Geographic, y se enamora de él. Los cuatro días que pasan juntos suponen para ella un giro fundamental en su vida.
La película se rueda en Winterset, condado de Madison (Iowa), pueblo famoso por ser la cuna de John Wayne, lugar donde se sitúan los hechos, por riguroso orden cronológico. Eastwood solo necesitó 46 días para rodar los 135 minutos de la película, aprovechando muchas tomas de los ensayos previos. El director, en su gloriosa madurez, se muestra en estado de gracia al profundizar en los sentimientos románticos y las pasiones soterradas. La historia, que se desarrolla durante tres días, muestra la relación entre una ama de casa que ya no espera mucho de la vida y un fotógrafo de la revista 'National Geographic'. Eastwood da un giro al tipo de películas que había hecho hasta entonces, para hablar del amor y de sus consecuencias. La película, sencilla en su construcción, posee un intenso y dramático ritmo interior. Es una obra serena y reflexiva, a la que su director y protagonista aleja voluntariamente de los melodramas al uso. Además, no solo la coproduce, dirige y protagoniza, sino que además firma la banda sonora junto a Lennie Niehaus.
La película contó con un presupuesto de solo 24 millones de dólares y recaudó 182 en la taquilla mundial. En Estados Unidos se estrenó el 2 de junio de 1995 mientras que en España lo hizo el 11 de octubre. Fue la película número 18 en la filmografía de Clint Eastwood que incide también en la relación entre generaciones y realiza un larvado ataque a la crueldad de las tradiciones morales cuando son pura hipocresía. Una película emocionante que provoca más de una lágrima.
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